Aunque sea poco habitual en éste deporte, Gilbert Burns (20-5 MMA) es un peleador que se emociona fácil.
En más de una pelea, lo hemos visto romper en llanto ya sea por impotencia ante la derrota como por felicidad ante la victoria. Algo que, incluso, le valió las bromas de su último rival, Khamzat Chimaev (11-0 MMA), que en la previa había dicho “espero que no se largue a llorar”.
Pero “Durinho“, de corazón blando, no pudo con su genio y volvió emocionarse durante su velada de UFC 273: nadie sabe mejor que él, todo lo que le costó llegar hasta donde está, y pelear “de igual a igual” contra un rival como el checheno.
Recientemente, en una entrevista con John Morgan, el brasileño explicó por qué terminó llorando -otra vez- al cierre de su pelea con Chimaev:
“Estaba tan enojado porque sabía que había hecho una gran pelea. La gente venía y me decía ‘Ay, no te preocupes, lo hiciste muy bien’. Y yo, a medida que escuchaba eso, me frustraba más y más. ‘No te preocupes: fue una gran pelea’. ¡Pero perdí! Me aferré al ‘No llores’, ¿sabes? Porque no quería llorar de inmediato. Pero cuando llegó la tercera o la cuarta persona que me volvió a decir eso, y cuando en especial vi a mi hermano, exploté llorando y solo les dije, ‘¡fue una gran pelea…pero perdí!'”.
“Llega un punto en el que odio tanto perder que no me importa, realmente, si fue una gran pelea. Solo quiero ganar. Cuando terminé, sentí que todos se volvían locos, todos me gritaban, y me aferré a ese sentimiento. Y traté de ser positivo y ver las cosas buenas. La primera persona que me felicitó fue Dana (White): ‘Esa fue una pelea increíble, fue la mejor pelea que he visto’, me dijo.
“Estaba aguantando [para no llorar] pero, como te decía, cada vez que intentaban darme apoyo o elogiarme, más loco me volvía. Entonces, bueno, hasta…el maldito Dana tuvo que hacerme llorar. Salí del octágono diciendo, ‘maldición, lloré de nuevo'”.
(Gilbert Burns).
Evidentemente, pese al orgullo por hacer un “peleón” contra Khamzat Chimaev (al que le conectó más de cien golpes significativos), cada intento de consolar a Gilbert Burns por parte de sus allegados, no hizo otra cosa más que sensibilizarlo aún más. Hasta que, finalmente no pudo aguantar más, y dejó escapar todas sus emociones.
Por suerte en el octágono, lo de aguantar sí le salió bien: no se quebró, y le duró hasta el tercer round a Chimaev que, por primera vez en su carrera, se encontró con un rival que le hizo frente hasta las últimas consecuencias.
Un guerrero en la victoria y en la derrota. Como debe ser.
Las lágrimas de emoción de Gilbert Burns: una mezcla de orgullo e impotencia por tener la victoria tan cerca.
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