Aunque con un poco de demora, por fin, Sean Strickland puede decir que ha asegurado su economía y la de su familia.
El actual monarca del peso mediano del UFC nunca ha renegado de su infancia dura, marcada por la pobreza y la marginalidad pero, al contrario de lo que todos pronosticaban para él, supo tomar cada uno de sus traumas como ‘gasolina’ para llegar a lo más alto. Y lo logró.
Strickland habló de los gustos que se ha podido dar con el dinero obtenido tras coronarse campeón, su respuesta fue humilde como su personalidad:
“Debo confesar que la vida ha sido un poco diferente desde que soy campeón. Me compré un remolque Harbor Freight de $500k y también un bote nuevo con el dinero obtenido. Un hermoso bote de seis pies para estrenar en la temporada de langosta.
Igualmente, debo confesar que soy un poco tacaño. Esa es la razón por la que conduzco un Hyundai de mierd*. ¡Soy un tacaño hijo de put*!. Lamentablemente, el mundo entero te hace sentir inadecuado si no compras cosas de lujo. Amo a Estados Unidos más que a nada pero, reconozco el mundo de mierd* en el que vivimos. Estamos creando una generación de niños que juzgan su carácter por lo que conducen y lo que visten. Está mal”.
(Sean Strickland)
Fiel a su estilo, el oriundo de California no solo contó que se compró un bote y un remolque para ir a pescar con sus amigos, también aprovechó para hacer catarsis por el mundo consumista en el que vivimos.
En fin, no quedan dudas de que Sean Strickland, por su hoja de ruta, encarna una de las llamadas “Historias de Cenicienta” dentro del deporte. El norteamericano las pasó todas de pequeño con un padre alcohólico y una madre ausente pero, canalizando su energía y siendo disciplinado, se ha transformado en una de las grandes figuras del UFC y en el campeón indiscutido de peso mediano.
Las compras de Sean Strickland:
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De momento, tocará un breve tiempo de descanso para él pero, luego, llegará el turno de la segunda y más difícil parte del trabajo: cimentar su legado como campeón.