Si algo nos ha enseñado el octágono –ese inhóspito recinto donde se acaban las mentiras-, es que no debemos “juzgar un libro por su portada”. Y tampoco a un luchador por su apodo pues, más de una vez hemos visto domesticar a un “Pitbull”, caer a un “Gladiator” o aplacarse a un “Cowboy” en pleno rodeo, ¿verdad? Agreguemos, entonces, uno ...